El debate sobre los riesgos de los dispositivos electrónicos en las aulas está cada vez más candente, hasta el punto de que cada vez son más los gobiernos y administraciones públicas que en España y en el extranjero están limitando o directamente prohibiendo el uso de smartphones en los centros educativos. Tampoco se libran las tabletas y los ordenadores portátiles, aunque su cuestionamiento todavía no es tan intenso.
Son muchas las enmiendas que se les hacen a estos dispositivos. Distintos expertos e investigaciones apuntan a las dificultades que provocan en el aprendizaje, pero también al hecho de que ponen a mano la pornografía a edades cada vez más tempranas o a los problemas que plantean para mantener la atención.
Sobre este último punto, la OCDE recoge algunos datos preocupantes en su reciente documento ‘Programme for International Student Assessment. Insights and Interpretations’, en los que analiza, entre otros aspectos, las cifras del último informe PISA. El dossier señala que el 65% de los estudiantes de la OCDE afirma distraerse en clase por causa de los dispositivos electrónicos, ya sea el que ellos mismos utilizan o por el de sus compañeros. La cifra, una media entre los países miembros de este organismo, oscila entre el 80% de los alumnos cuya atención se dispersa en Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Finlandia, Letonia, Mongolia, Nueva Zelanda o Uruguay hasta los valores más bajos de Corea del Sur (32%) y Japón (18%). En España, es en torno a un tercio.
Las distracciones por los dispositivos afectan a las notas
La estadística es particularmente alarmante porque repercute directamente en el rendimiento académico. Así, el informe señala que los jóvenes que se despistan por efecto de los dispositivos electrónicos obtienen 15 puntos menos en la calificación del informe PISA, concretamente en la competencia matemática. Esta cifra equivale a tres cuartas partes de un curso escolar y se da en todos los centros escolares independientemente de su nivel socioeconómico. «La distracción digital tiene una fuerte asociación con los resultados de aprendizaje», concluye el documento elaborado por la OCDE.
El informe también diferencia entre los dispositivos destinados a la enseñanza en clase, como tabletas o portátiles, y los utilizados para el ocio o el uso personal, es decir, los teléfonos móviles. En este sentido, se señala que los smartphones son especialmente perjudiciales en las aulas porque distraen del aprendizaje, exponen a los estudiantes al cyber-bullying y comprometen su privacidad, además de que «son altamente adictivos». En este sentido, nada menos que el 45% de los alumnos afirma sentirse nerviosos o ansiosos si no tienen el móvil cerca.
Prohibir los móviles, una solución que no resuelve todos los problemas
La cantidad de tiempo que se pasa utilizando este tipo de dispositivos también parece tener su efecto, así como su finalidad. Así, si un alumno emplea las pantallas entre una y cinco horas diarias pero dedicando ese tiempo al aprendizaje, eso repercutirá positivamente en su rendimiento. Por el contrario, si el dispositivo se usa para ocio —redes sociales, juegos, etc.—, basta con que se supere la hora diaria para que las notas en matemáticas sufran «una caída grande». Las cifras muestran que, si el tiempo de ocio con el móvil llega a las cinco horas, la puntuación en PISA baja la friolera de 49 puntos, el equivalente a más de un curso y medio.
Ante el desafío que plantean los dispositivos, la OCDE plantea la prohibición de los móviles. Los datos señalan que, en los 13 países donde existen vetos a estos aparatos, España entre ellos, el grado de distracción reconocido por los alumnos es menor. A pesar de ello, el porcentaje de alumnos que utiliza el móvil varias veces al día en los centros en que su uso no está tolerado alcanza un nada despreciable 29%, al que se suma otro 21% que lo usan diariamente.
El estudio señala, además, que en muchos casos los estudiantes que usan menos el móvil en horario lectivo por tenerlo prohibido desconectan menos de él en casa. Esos alumnos tienen más probabilidad de usar su smartphone cuando se van a la cama. «Una explicación es que vetar los móviles en los colegios podría llevar a los estudiantes a ser menos capaces de adoptar comportamientos responsables en relación al uso del móvil», apostilla el informe.